“No podemos encomendar a novatos la toma de decisiones sobre situaciones que van a generar, con total seguridad, desconfianza, reclamaciones y malos comentarios sobre nuestra entidad”
Las vacaciones, y la correspondiente disponibilidad de tiempo libre, hacen que podamos meditar sobre algunos aspectos de la vida cotidiana, en los que no reparamos; me refiero a detalles que ponemos en valor habitualmente y que nos hacen sentirnos muy a gusto, incómodos o directamente molestos.
Hay detalles de calidad y buen servicio, como los que apreciamos cuando visitamos un hotel, o restaurante habitual, nos llaman por nuestro nombre y recuerdan el de la esposa o los hijos, saben cuál es la mesa que preferimos, etc. Contrastan con aquellos otros, en muchas ocasiones consecuencia de la vorágine veraniega, que “obliga” a veces a asumir demasiados clientes, tantos que no da abasto el personal disponible, retrasando el servicio y consiguiendo que nos sintamos verdaderamente molestos.
En los casos en que todo sale a gusto del cliente, sentimos proximidad y confianza, es decir, tenemos claro que nuestro proveedor estará ahí cuando se le necesite y hará exactamente aquello que esperamos que haga. Justo lo que los clientes de las entidades de nuestro sector disfrutan cuando hay un servicio adecuado -y lo hay en multitud de ocasiones-, pero también existen casos, más frecuentes de lo debido, Sigue leyendo